Después de un año de mi experiencia en las octavas recibí la invitación a través de Pablo Guaña para participar en la toma de la plaza del Inty Raymi. Me sentía honrado de tal invitación y que todas las experiencia vividas anteriormente habían confluido a este momento. Nos encontramos con Pablo la noche anterior en su casa. Con su familia preparaban todo para el día siguiente. Dos ollas de mote se preparaban afuera de la casa a fuego de leña.
Estuvimos compartiendo con amigos e la familia. Pablo me dijo hay que descansar. Mañana nos espera una larga jornada. Muy temprano en la mañana nos dispusimos a desayunar. Desayuno especial para los que íbamos a participar en la toma de la plaza. Un plato sopero extra grande de mote y leche hirviendo me sirvió Pablo, al ver mi cara de sorpresa y de incredulidad, me dijo: ... “si no te comes esto no vas ha avanzar”. Su esposa afirmo con la cabeza y con cara de que hay que acabarse todo. Me costo un poco terminar todo y me acostumbré poco a poco al sabor, no había comido antes algo parecido.
Enseguida llegaron unos amigos de Pablo que se unieron al grupo, con ellos dos extranjeros holandeses que querían participar de la fiesta. En la toma dela plaza las comunidades entran por el lado Norte y Sur. Nosotros fuimos desde Juan Montalvo hasta el lado norte y encontrando en el camino a algunos amigos que se unieron al grupo. En el lado Norte se encontraban ya algunas comunidades reunidas. Desde allí empieza la toma de la plaza hacia el parque principal de Cayambe. Algunas comunidades llegan y Pablo me comenta que algunas están tocando desde la noche anterior a más tiempo incluso para llegar hasta acá. El ambiente es de total alegría y con espíritu de compartir. La gente se sonríe mutuamente, hay cierto espíritu de complicidad. Viejos amigos se encuentran, se comparte comida y bebida. Desde nuestra salida de Juan Montalvo han pasado un par de horas son las 9 y 30 de la mañana mas o menos y vamos a empezar a bajar hacia la plaza.
La calle principal está inundada de gente que observa y disfruta de la música, todo es colorido en los locales, la gente con sus trajes, cantando y bailando. Mucha alegría y una energía inexplicable que te mueve. El recorrido no es largo, pero se avanza muy lentamente, tratando de encontrarnos con toda la gente que esta expectante y con amigos que están en otros grupos. Cada comunidad, cada grupo quiere hacer presencia, quiere hacer notar su música, sus trajes, etc. Algunos traen alguna bandera que les identifica, un saludo y mucha alegría. Nos demoramos alrededor de 3 horas en llegar a la plaza. Ahí la gente nos recibe con alegría y con aplausos. Además aquí también están autoridades y personajes importantes de Cayambe, a quienes se saluda con música y canto.
En poco tiempo rodeamos la plaza y pienso que mi misión ha terminado. Pablo me dice: ... “no te pares, de aquí a Punyatzil”. La toma de la plaza era solo una parte del recorrido, digamos es la parte mas formal y turística pero donde se juntan realmente las comunidades a compartir y a festejar es en Puyantzil. Seguimos tocando y bailando durante el recorrido. Al llegar a Punyatzil había gran cantidad de gente, todas diferentes comunidades, diferentes vestuarios, cada una cantando y bailando a su ritmo, cada una con su “tono” característico; pero todos con el mismo espíritu de alegría y ganas de compartir.
Hacemos un recorrido saludando a toda la gente que ya ha llegado antes y nos ubicamos cerca de la mitad de la planada. Por fin luego de casi 8 horas ininterrumpidas de tocar hacemos un descanso, son alrededor de las 4 y 30 pm. Pablo solo atina decirme: ... “ves, sin la leche y el mote no hubieras avanzado. Nos brindan chicha, cerveza, habas, mote, etc. Hay que tomar fuerza todavía nos queda el regreso. Y en ese momento, ocurre algo inesperado, una voz femenina de una mujer indígena dice: ... “oye, Aruchico, ven a tocar para que bailemos”. Obviamente no pensé que se dirigía a mi, miré a mi alrededor y no había nadie mas con guitarra cerca. Regrese a mirarla y ella sonriéndose volvió a decir lo mismo esta ves fijando la mirada en mi para que no quede duda que la petición era para mi.
Yo no sabia que pensar o que hacer, la única reacción fue acercarme y ponerme a tocar. Me di cuenta que solo importaba que este dispuesto a tocar y a compartir, me habían visto durante todo el recorrido tocando entonces esto era natural, no importaba mi apariencia ni nada. No lo sabia pero me había convertido en Aruchicu. Antes de regresar una vez más me volvieron a gritar: “Aruchicu....ven a tocar”. Esta vez sin dudarlo me acerque y toqué. Luego de esta experiencias siguieron una serie de invitaciones a tocar en las siguientes octavas, en Oton, Juan Montalvo, Cangagua, Pesillo. No cabía duda me había convertido en Aruchicu.